sábado, 12 de febrero de 2011

2011-15. "Rastro", de Maggie Stiefvater

Regreso a Mercy Falls.

Título: "Rastro".

Título original: "Linger".

Autora: Maggie Stiefvater.

Editorial: SM.

Año: 2010.

Páginas: 425.

Género: JR con toque sobrenatural (hombres-lobo).


Frase promocional: "Por más que lo desees, es imposible detener el tiempo: pasa y lo cambia todo. Y lo malo es que te arrastra consigo."

Segunda parte de la trilogía 'Los Lobos de Mercy Falls', continuación de "Temblor".

Sinopsis:

El invierno ha acabado. Para algunos es una época de cambios. De transformaciones.

Pero sólo para algunos: Sam sigue siendo Sam. Cole sigue siendo Cole. Isabel no sabe lo que quiere, pero sigue siendo quien es.

Solo Grace no está a gusto en su propia piel.

Primavera: una estación de historias que empiezan y de otras que terminan. De despedidas. De abandonos.


No sé que pensáis vosotros, pero yo creo que esta vez con lo que nos cuenta la contraportada no es suficiente para hacerse una idea de la historia, ni siquiera para los que se hayan leido la primera parte, así que... ¿por qué no dejar que sean los propios protagonistas los que nos den alguna pista más?

En palabras del mísmisimo Sam:

"Fue una noche de pequeñas coincidencias que colisionaron hasta convertirse en algo mayor. Si Grace no hubiera enfermado esa noche; si sus padres no hubieran vuelto antes que de costumbre; si no me hubieran descubierto en su cuarto; si yo no hubiera ido a casa de Beck; si Isabel no hubiera oído a Cole rondando por su casa; si no lo hubiera llevado junto a mí; si Cole no hubiera sido un yonqui, un imbécil y un genio a partes iguales..."

O, en las de la propia Grace:

"Esta es la historia de un chico que dejó de ser lobo y de una chica que empezó a serlo.

Esta es una historia de amor. Jamás imaginé que hubiera tantos tipos de amor, ni que el amor pudiera obligar a la gente a hacer tantas cosas diferentes.


Jamás imaginé que hubiera tantas formas de decir adiós."

"Érase una vez una chica llamada Grace Brisbane. No había nada especial en ella, salvo que se le daban bien los números y contar mentiras, y que había construido su hogar entre las páginas de sus libros preferidos. Le gustaban los lobos que había detrás de su casa, pero amaba a uno de ellos por encima de todo.

Y él la correspondía. La amaba tanto que incluso los detalles de ella que no eran especiales empezaron a serlo: la forma en que se golpeaba los dientes con el lápiz; la manera en que desafinaba al cantar en la ducha; el sabor de sus besos, porque el lobo sabía que eran para siempre.

Su memoria estaba hecha de escenas sueltas. Lobos arrastrándola sobre la nieve. Un beso -el primero- con sabor a naranja. Un adiós dicho a través de un parabrisas destrozado.

Su vida era una enorme promesa de todo lo que podría ocurrir: las posibilidades contenidas en un montón de solicitudes de ingreso en universidades, la emoción de dormir bajo un techo nuevo, el porvenir contenido en la sonrisa de Sam.

Era una vida que no quería dejar atrás.

Era una vida que no quería olvidar.


No estaba dispuesta a abandonarla todavía: me quedaban muchas cosas que decir."

Puntuación: 4/5

Siempre encuentro difícil hablar de la segunda parte o sucesivas de una novela, puesto que se ha de mantener una cierta cautela a la hora de realizar cualquier comentario que impida que quien no haya leído la primera parte (o anteriores) descubra más de la cuenta y disminuya en consonancia su disfrute de la historia. Lo más fácil en estos casos resulta decir que la segunda parte no desmerece de la primera, que es más de lo mismo, o lo que proceda en cada caso...

No os preocupéis: si acabáis de tener una fuerte sensación de 'deja vu' al leer el párrafo anterior es porque, en realidad, lo de arriba es cosa sabida por ya dicha. ¡Vamos! Que es exactamente lo mismo que dije no hace mucho a la hora de hablar sobre "Hermosa Oscuridad", otra segunda parte de una serie JR de contrastada calidad. Pero, en esta ocasión, y a diferencia de lo dicho en el mentado caso, lo cierto es que me parece que la segunda parte no llega a estar a la altura de la primera; lo cual, por otra parte, tampoco es cosa difícil o imprevista, si tenemos en cuenta la gran impresión que en su momento me causó "Temblor".

Y, sin embargo, "Rastro" resulta en sí misma una lectura amena y satisfactoria, en la medida en que la autora sigue profundizando en su particular concepción de la licantropía a través del transcurrir de la historia de Sam y Grace, personajes entrañables para todo aquel que haya seguido sus peripecias hasta llegar a este punto. Nuestra pareja protagonista, narradores habituales de lo que en Mercy Falls acontece, se ven acompañados en esta entrega de la trilogía por dos nuevas voces que introducen mayor variedad en lo que a puntos de vista se refiere: Isabel Culpeper, personaje ya conocido por los lectores, que sigue siendo la niña rica sin artificios, fría y directa, que siempre dice lo que piensa, pero a la que lo sucedido al final de la primera parte ha marcado más de lo que deja entrever; y Cole, un nuevo personaje que se nos presenta inicialmente como una incógnita, pero que acabará resultando determinante para el desarrollo de los acontecimientos, y que se revelará como una persona totalmente diferente a lo que aparenta ser.

Desde mi punto de vista, es posible que este hecho, la creciente importancia de nuevos personajes y la visión de la historia desde su punto de vista, sea lo que hace que "Rastro" no llegue a estar al mismo nivel que "Temblor", en la que la narración compartida de Sam y Grace, los 'Romeo y Julieta' de esta historia de amor, dotaba a toda la historia de un estilo tierno e intimista de gran belleza.

Supongo que, en cierto sentido, puede considerarse a esta parte de la historia como una especie de puente: el punto intermedio necesario para llegar al final de la serie, que en estos casos no puede menos que esperarse apoteósico. Lo mismo podría decirse de la propia novela en su conjunto y considerada individualmente: durante la mayor parte de sus páginas, el lector, junto con los protagonistas y especialmente junto con Grace, las está viendo venir mientras los días parecen deslizarse sin demasiados problemas, conflictos propios de adolescente enamorada aparte. Como Sam, Grace y el resto, vivimos inmersos en un compás de espera, hasta que la primavera llegue finalmente y los lobos vuelvan a ser humanos... pero las cosas no resultarán tan fáciles, y el final de la historia vuelve a ser un auténtico punto álgido en la narración, suficiente para dejarnos con la miel en los labios (o con la hiel, pues no se trata de un final dulce precisamente), a la espera del desenlace de la historia.


Escenas:

Grace: Círculo de lobos (pág. 220).

Sam: Una simple bañera (pág. 241).


Una cita del chico misterioso:

"La belleza de la gente normal es algo que despierta con el tiempo, porque las personas se vuelven más bellas cuanto mejor las conoces y más las quieres." (pág. 238).

Otras obras de la autora: Maggie Stiefvater es, según se puede leer en su propia página web, autora de fantasías contemporáneas para jóvenes adultos, siendo su serie más aclamada hasta la fecha la que ahora nos ocupa, hasta el punto de que los derechos cinematográficos de la primera parte ya han sido adquiridos por 'Unique Features', grupo asociado de 'Warner Brothers', y en concreto por los productores Bob Shaye y Michael Lynne, que cuentan en su haber con éxitos como "El Señor de los Anillos" o "La Brújula Dorada" y que también serán responsables de la adaptación a la gran pantalla de otra conocida serie de literatura JR, 'Cazadores de Sombras' de Cassandra Clare.

"Temblor", la aclamada primera parte de "Rastro", narra el inicio de la historia de amor entre Sam y Grace sin caer en los tópicos propios del género (como los triángulos amorosos) y nos introduce en la peculiar visión de la autora sobre la licantropía, todo ello en una novela cargada de belleza y melancolía.

Hace años Grace estuvo a punto de morir devorada por una manada de lobos. Inexplicablemente, uno de ellos, un lobo de intensos ojos amarillos, la salvó. Desde entonces todos los inviernos Grace se asoma al bosque y, desde la distancia, lobo y chica se observan. Cuando llega el calor, la manada desaparece y, con ella, “su lobo”.

Pero este año, Grace deseará que el invierno no llegue y que el otoño dure para siempre. Ha conocido a un chico, se llama Sam. Es un tipo normal, salvo por sus ojos. Son de un extraño color amarillo.


Por cierto: el cierre de la trilogía será publicado en Estados Unidos el 12 de julio de este año, bajo el título de 'Forever'.


Te gustará si te gustó... La primera parte, por supuesto.

Las comparaciones son odiosas... pero verdad es que dan para mucho.

La comparación evidente cuando una se encuentra con una serie como 'Los Lobos de Mercy Falls' es, por supuesto, la que se puede establecer, a muchos niveles, con la que para muchos es la reina indiscutible en lo que a JR se refiere: la integrada por los cuatro libros que relatan las aventuras de 'Los Vampiros de Forks' de Stephenie Meyer.

A costa de crearme enemistades diré que, para mí, esta última es una serie completamente agotada a estas alturas ("La Segunda Vida de Bree Tanner" me pareció una tomadura de pelo y poco más que una forma de seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro, aunque por todo lo que hizo antes y su gran contribución al despertar del género, le concedo el beneficio de la duda a Meyer). Que nadie se confunda: disfruté al leer estos libros como muchos otros, especialmente con el descubrimiento que supuso el primero, siendo el segundo mi favorito; pero no por ello dejo de pensar que su esquema acaba por resultar excesivamente repetitivo a partir del tercero, mientras que el cuarto es, en muchos aspectos, un auténtico delirio por más que otros matices de la trama lo rediman. En cuanto a las películas, tampoco acaban de engancharme: la primera me resultó aburrida por momentos; la segunda sería mi favorita hasta la fecha; la tercera ni la he visto aún...

En cuanto a las comparaciones que pueden establecerse entre ambas series, lo cierto es que son tantas y tan múltiples que ser exhaustiva al respecto podría llegar a resultar tedioso; pero ahí van un par de ejemplos, los más importantes, al fin y al cabo, en los que para mí Stiefvater resulta clara vencedora:

* Grace vs. Bella: No sólo por el hecho de que Grace comparta la verdadera magia (que es también ciencia) de la historia con su Sam, sino porque, en términos generales, resulta una chica práctica que no cae en el victimismo ni aún teniendo sobrados motivos para ello; algo a lo que, que duda cabe, Bella es muy dada.

* Sam vs. Edward: Un chico que cautiva por su humanidad (a pesar de...) y su sensibilidad; la muestra viviente de que no hace falta vivir siglos para convertirse en un ser reflexivo y fascinante y sobrevivir a un pasado difícil. El verdadero personaje inolvidable de la historia, que no necesita compararse con nadie para resaltar.


Y, para terminar... ¡una pizca de ciencia!

Uno de los aspectos más interesantes de la serie creada por Stiefvater se encuentra en su particular versión de la licantropía y la forma de enfrentarse al problema por medio de la ciencia, que sin duda será clave para el desenlace de la historia, y a la que la llegada de Cole permite adquirir en la trama un nuevo impulso. Así, que nadie se sorprenda si se encuentra entre estas páginas con conceptos como el del hipotálamo, una pequeña parte del cerebro que se mantiene muy ocupada.

El hipotálamo está principalmente relacionado con la homeostasis o proceso de retornar algo a algún “punto de ajuste”. Funciona como un termostato: cuando tu habitación está demasiado fría, el termostato transporta esa información al calefactor y lo enciende. En el momento en que tu habitación se calienta y la temperatura llega más allá de un cierto punto, manda una señal que dice al calefactor que se apague.

También es responsable de la regulación de tu hambre, sed, respuesta al dolor, niveles de placer, satisfacción sexual, ira y comportamiento agresivo, y más. Regula el funcionamiento de los sistemas nerviosos simpático y parasimpático, lo cual significa que regula cosas como el pulso, la presión sanguínea, la respiración, y la activación fisiológica en respuesta a circunstancias emocionales.

¿Cómo lo hace? El hipotálamo recibe entradas desde varias fuentes. Desde el nervio vago, adquiere información sobre la presión sanguínea y la distensión de la tripa (eso es, cuanto de lleno está tu estómago). Desde la formación reticular en el tronco cerebral, obtiene información sobre la temperatura de la piel. Desde el nervio óptico, recibe información sobre la luz y la oscuridad. Desde neuronas no usuales que forran los centrículos, recibe información sobre los contenidos del fluido cerebroespinal, incluyendo a las toxinas que llevan al vómito. Y desde otras partes del sistema límbico y los nervios olfatorios se recibe información que ayuda a regular la comida y la sexualidad. El hipotálamo también tiene algunos receptores propios, que le proveen información sobre el balance iónico y la temperatura de la sangre.

El hipotálamo envía instrucciones al resto del cuerpo de dos formas. La primera de ellas es hacia el sistema nervioso autonómico . Esto permite al hipotálamo tener el control último de cosas como la presión sanguinea, la tasa cardiaca, la respiración, la digestión, el sudor, y todas las funciones simpáticas y parasimpáticas.

La otra forma en la que el hipotálamo controla las cosas es mediante la glándula pituitaria . Está neurológica y químicamente conectada a la pituitaria, la cual bombea de forma alternada hormonas llamadas factores de liberación en el torrente sanguíneo. Como sabes, la pituitaria es llamada “glándula maestra”, y esas hormonas son de importancia vital en la regulación del crecimiento y el metabolismo.

Y ahora sí, terminamos, con el chiste de la rana (págs.297-8):

"Un científico coge una rana y le dice: "Salta, rana". Y la rana pega un salto de tres metros. Entonces el científico anota: "La rana salta tres metros". Después, el científico le corta una pata y dice: "Salta, rana", y la rana salta un metro y medio. El científico escribe: "Con una pata menos, la rana salta un metro y medio". Después le corta otra pata y le manda que salte, y cuando la rana salta medio metro, el científico anota: "Con dos patas menos, la rana salta medio metro". Y al final le corta las cuatro patas, y cuando le manda saltar, la rana se queda quieta. Entonces, el científico escribe la conclusión del experimento: "Si le cortas las cuatro patas a una rana, se queda sorda".
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Proximamente: "Morir a los 27", de Joseph Gelinek.

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